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lunes, 13 de mayo de 2019

...conozco un lugar, de hecho, donde toda una colonia de literatos fue víctima de un demonio particularmente emprendedor.

La gente, sin embargo, confunde a menudo el talento literario con la integridad moral. Tiende a medir su propia existencia con el metro de la literatura más banal, esa en la que se exaltan los valores positivos, donde todo se resuelve en función del bien colectivo, en la que los malvados pierden y el bien triunfa. Pero si todo fuera tan sencillo yo no estaría aquí contando esta historia.

UN ASUNTO DEL DIABLO, de Paolo Maurensig.


El escritor italiano Paolo Maurensig en Un asunto del diablo elabora una sátira vestida de thriller sobre cómo el deseo de trascender a través de la escritura puede apoderarse de todo un pueblo y propiciar que el mismísimo diablo, adoptando la figura de un importante editor, haga de las suyas. Tan solo un extraño sacerdote sabrá de su existencia y tratará de detenerlo. 

Si extrapolamos lo que sucede en este pequeño pueblo, en el que todos se vuelven locos por publicar, a la actualidad en la que son numerosos los que creen -o creemos ja,ja,ja- llevar dentro un escritor en potencia, nos damos cuenta de que estamos ante una novela que de un modo muy ingenioso reclama cierta depuración del oficio de escritor y se burla de la arrogancia de tantos que ante la accesibilidad de las sencillas herramientas de escritura confunden vanidad con talento. En este pueblo sus habitantes con tal de ver sus escritos publicados o ganar un concurso literario serán capaces de amordazar su dignidad y sentido común y libres de las protestas de éstas "aguafiestas" caer en el esperpento e incluso en lo delictivo. Así vemos a menudo escritores o aspirantes a escritores que en las redes pueden llegar a comportamientos que van más allá de la legítima promoción de su trabajo que nos producen un poco de vergüenza ajena. 

Por medio de una trama ingeniosa, desarrollada con agilidad, que nos despierta el interés desde el principio y un desenlace que no está nada mal, el autor pretende aportarnos algo más importante que la mera resolución de un misterio y nos invita a la reflexión sobre el abanico de vanidades que airean la parte menos bonita de la comunidad literaria. Y así como a menudo los thrillers nos impelen a leer demasiado rápido y a no fijarnos en detalles que nos parezcan superfluos para el esclarecimiento de un crimen, en esta inteligente novela se disfruta de toda la lectura y no se desecha nada. Se lee con gusto y te deja con ganas de repetir con este escritor. 

Además, si os fijáis en la bonita portada del libro hay un precioso zorro. No está ahí por mero adorno. Este animal es muy importante en la novela. El autor aprovecha su simbología para aportarle un plus inquietante a la trama y dotarla de un mayor significado. Deciros que a medida que iba leyendo sentía más y más curiosidad por este animal e investigando descubrí numerosos detalles muy curiosos en interesantes sobre él. Además, como dato anecdótico, averigüe que dependiendo de nuestra fecha de nacimiento tenemos un animal espiritual y me coincidió que es el zorro, precisamente, el mío. Si leéis esta novela, no dejéis de lado la simbología de estos bellos e inteligentes animales, ya que enriquecerán vuestra lectura. 

Texto y fotografía: Ana Martínez García. 

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