LA NINFA CONSTANTE
de Margaret Kennedy
LA NINFA CONSTANTE
de Margaret Kennedy
LA MIRADA DEL ÁNGEL,
de Thomas Wolfe
Estamos en LA MIRADA DEL ÁNGEL, de Thomas Wolfe, ante el reconocimiento, a través de los recuerdos, con todo lo que implica, de los particulares resortes activados en el seno familiar para la inmersión en el mundo. Una novela de formación en la que contemplamos el extraordinario crecimiento interior de su figura central, Eugene Gant, y cómo las personas importantes de su vida van a dificultar o favorecer su desarrollo.
Todos llevamos dentro la gran inmensidad de nuestra soledad, seamos más o menos conscientes de ella, escuchemos su voz o intentemos silenciarla por todos los medios. Nacemos en una familia determinada que no elegimos y de su mano y con ese boquete de angustia, tenemos que aprender a contender con lo que nos aguarda. Y nos crece un aliado o un demonio en nuestro interior que luchará por hacerse oír entre la materia imperfecta moldeada por nuestros progenitores con su propia humanidad, su propio bagaje de miedo y perplejidad. Con los propios resortes que les impusieron a ellos.
La gran originalidad de esta, sin duda, obra maestra es que Wolfe compone una sinfonía existencial, una letanía incluso, súplica no dirigida a ningún dios en concreto, en la que va repitiendo un estribillo de dudas, soledad, miedo, ansia por salvarse: por no ser hoja que se pierda entre el resto. Solo el amor parece calmar el desasosiego, pero el daño que también puede infringir sumerge aún más en la confusión. Cómo lograrlo entonces, cómo emerger, cómo escapar de alguna manera de ese pozo de oscura nada al que estamos abocados, de que todo no sea en vano. "Ay, Ben, mi fantasma, dame una respuesta".
En LA MIRADA DEL ÁNGEL conoceremos el devenir de Eugene Gant en ese sur norteamericano con la doliente melodía de los negros de fondo, cargada de toda la opresión y el dolor de generaciones y generaciones. Y a partir de esa melodía se va componiendo la de Eugene a lo largo de toda la novela, enredándose en ella de forma bellísima, surgiendo una escritura fluida como la propia música, triste y dolorosa a veces, divertida otras e imbuida de momentos de gran patetismo. Enigmática también como la antigua sabiduría que hay que desentrañar. El gran logro de Thomas Wolfe es componer una pieza grandiosa e inmortal con los instrumentos de la literatura, desde la que se elevan los personajes principales. De entre la inmensidad de hojas que se pierden en los infinitos pliegues de la historia de la humanidad, de esa rueda que no cesa, él los rescata, los hace carne y ser para la eternidad.
Entre otros personajes destaca el padre, Oliver Gant, que ahoga su miedo y sensación de fracaso en el alcohol. Su puerta estaba en los ojos de un ángel.... La madre, tacaña, obsesionada con el dinero, con comprar terrenos... Helen, la única capaz de calmar al padre. Impagables los momentos en los que lo abofetea y le da sopa: terrible, divertido y patético a la vez. Y ese Ben, no os lo perdáis, es inclasificable, es hermoso en su rabia, es un fantasma... Se me queda este personaje cosido a las entrañas de por vida. Las etiquetas pierden todo su significado con él. Wolfe refleja toda la imperfecta humanidad para lo que nunca basta con unas pocas palabras. A él le fluyen como ese río que lo obsesiona. "Una piedra, una hoja, una puerta". Trascender a la muerte. Encontrar el sentido de la vida estando tan "perdidos". Atados unos a otros en una infinidad de momentos compartidos, surge la ternura entre los reproches, el triste entendimiento de lo inevitable: "-¡Déjalo estar! -le pidió él, frenético-. Siempre será así. No es culpa suya, ¿no te das cuenta?". Pero también la necesidad de cortar los hilos para encontrar el camino; dar con la puerta: "... era el esfuerzo de su espíritu extraño y solitario para encontrar alguna entrada a la vida, para hallar éxito, posición y compañerismo".
Obra grandiosa de principio a fin. Ha sido una lectura inolvidable, tremendamente hermosa y emotiva. Que pide reflexión, saborearla, vivirla, pero no es complicada. Toca temas universales, los dos grandes temas de la literatura, la muerte y el amor -los demás son subsidiarios de estos- y el autor en esa cadencia te deja claro su propósito. Gracias a Jan de Trotalibros editorial, a su traductor, "in memoriam", Miguel Ángel Pérez Pérez, a Marisa como correctora y a todos los que hacen posible que libros tan maravillosos lleguen a nuestras manos.
Texto y fotografía: Ana Martínez García.
DOLENCIA
de Hélia Correia
El libro del que hoy os hablo, que tantos secretos desvela de un pequeño pueblo inventado por la autora, pero trasunto de tantos otros, nos muestra el paso a la madurez de dos muchachas que viven en entornos familiares muy diferentes. Un mismo pueblo con apariencia de transcurrir sosegado que parece, sin embargo, no poder más con el peso de los prejuicios, la hipocresía, las mentiras y sus miserias. En Peyton Place, situado en el norte de Nueva Inglaterra, va a suceder de todo, porque es el momento de que se rompan los conductos.
Grace Metalious, que creció en un entorno de pobreza, escribía desde niña, pero nunca imaginó que con la publicación en 1956 de su novela PEYTON PLACE alcanzaría el éxito mundial y que de la noche a la mañana millones de lectores devorarían su obra. Menos aún pudo imaginar el escándalo que supondría y que los críticos se ensañarían con su criatura. Se cree que a consecuencia de lo que se formaría en torno a su obra, la autora cayó en el alcoholismo, que la llevaría a la muerte con tan solo cuarenta años. Destroza saber la causa de su fallecimiento cuando lees algunas de las páginas más duras de su libro, en el que describe con gran crudeza, los terribles efectos de la toma continuada de alcohol.
El problema con PEYTON PLACE es que se atreve a hablar de la sexualidad de las mujeres como no se había hecho antes, del abuso dentro de la propia familia, del aborto, del racismo, de la lucha de clases, del caciquismo... Da unos pasos enormes hacia delante, sacude el polvo de debajo de las alfombras, orea los cuartos enrarecidos abriendo puertas y ventanas y muestra lo que en las familias se venía ocultando y que tanto dolor causaba a sus miembros. Y para más desconcierto, lo hace una mujer. Es una novela que hoy podemos considerar revolucionaria. Si todavía hablar de sexualidad sigue creando incomodidad y si lo hacen las mujeres, más todavía, en los años cincuenta el asombro fue mayúsculo. Grace Metalious pone de manifiesto las indeseables consecuencias de la falta de una educación sexual o lo que es peor, de una errónea educación desde parámetros religiosos y pacata moralidad y cómo los impuestos roles a ambos sexos son causa de confusión y dolor.
Al escándalo se sumó el maltrato de la crítica. El desagrado ante lo explícito de algunas escenas se le llamó mala literatura. Pero la influencia que tendría a lo largo de todo el siglo veinte en otras novelas, películas y series es incalculable. De la propia novela se haría una película en 1957 y una serie en 1964. En 1959 la autora escribiría una continuación de la que también se haría una película en 1961.
Dicho lo anterior, solo me queda decir lo principal, que es un libro adictivo de principio a fin. Que su desvirtuada estela no os confunda. Es una novela muy bien narrada, que tiene drama, misterio, secretos inconfesables, es novela de formación, tiene referencias literarias... Os la beberéis sin parpadear.
Texto y fotografía: Ana Martínez García.
LOS CANTOS DE MALDOROR,
de Isidore Ducase,
Conde de Lautréamont
LA FAMILIA AUBREY
de Rebecca West
~VANA RESPUESTA~
de Rosamond Lehmann
-¿No te ha parecido un paseo un poco extraño, como irreal?
-Bastante irreal, supongo.
-Ojalá no hubiera acabado nunca.
***
Este pequeño diálogo que extraigo de la novela VANA RESPUESTA, de Rosamond Lehmann, con tan pocas palabras refleja muy bien lo que encontrará y sentirá entre sus páginas el lector. Estamos ante una narración de aprendizaje en la que conoceremos la realidad de Judith Earle desde niña hasta terminar la universidad y el momento en que tiene que decidir qué hacer con su vida. Su narración nos dará una perspectiva bella y triste de su paso de niña a adulta a través de un lenguaje poético que proviene de una mirada que no pierde detalle de lo que le rodea, pero coloreada desde un rico mundo interior, en un diálogo incesante consigo misma en el que fantaseará con la belleza y el misterio, buscando contrarrestar "la futilidad de la vida".
Judith es la hija de un matrimonio acaudalado. Viven en una gran casa con un cuidado jardín en el valle del Támesis. Su soledad de hija única que, además, estudia en el hogar, se ha acompañado de los libros de la gran biblioteca de su padre y vive esperando la aparición en la mansión vecina de los cinco primos de la familia Fyfe. A lo largo de los años serán protagonistas de sus fantasías e ilusiones. Encantadores, misteriosos, en apariencia poseedores de todo lo que Judith aspira y desea ser, observa hasta el último de sus gestos y trata de descubrir el secreto último de sus personalidades. Cuando se vaya a la universidad seguirán estando en su pensamiento e irán apareciendo alternativamente en el campus, mientras nuevas e importantes amistades surgirán en su vida.
"Tú eres como quiero creer que eres".
Lo que ya sabemos al leer esta novela y lo que Judith irá descubriendo nos predispone a su favor. Pero sobre todo su manera de contárnoslo, los diálogos tan interesantes y sus personajes tan carismáticos. Todo en esta novela te lleva a exclamar al final lo que se decía en las líneas compartidas con vosotros al principio: "Ojalá no hubiera acabado nunca".
Como decía, una novela bella y triste que me recordaba en su conclusión a "Nada", de Carmen Laforet. Los escenarios son muy diferentes, el tono más poético y onírico y los personajes menos oscuros en la de Rosamond Lehmann, pero los títulos podrían ser intercambiables. No sé si Carmen llegó a leer esta novela, pero si no lo hizo creo que le hubiera gustado mucho.
Texto y fotografía: Ana Martínez García.