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lunes, 19 de septiembre de 2022

~LAS ESCALERAS DE CHAMBORD~ 

de Pascal Quignard


Amarillo: se desprende de este libro, desde cada página, te deja manchadas las manos, se extiende por todo el cuerpo. Te anega hasta los ojos en toneladas de polvo, serrín y aceite. Si el tiempo tuviera un color sería amarillo con los filos en bronce y violeta. Sería un amarillo de untuosa persistencia; una patina de aparente eternidad para los objetos inertes; un margen de siglos que les da la muerte.

Leer este libro fue como vivirlo desde lejos, como mirar a través del visor de un juguete podrido de niebla amarilla. Un juguete sacado de una caja llena de otros juguetes polvorientos, olvidados por un niño enterrado bajo pliegues y pliegues de tiempo. Donde ya ni el olvido llega. Un libro para los que vivirían en el piso de arriba de una tienda de antigüedades, visitantes asiduos de vacías casas de subastas, compradores compulsivos de juguetes con mecanismos construidos al compás de una cuenta atrás. 

Eduard Fufooz compra y vende antiguos juguetes. Viaja por todo el mundo en pos de los más extraordinarios por su rareza, por sus materiales nobles o por su belleza; surgidos de manos de artistas, de artesanos de asombrosa destreza, que pertenecieron a los niños de cualquier tiempo lejano. Muñecas, cochecitos, autómatas... Posee tiendas en cada ciudad importante que le permita ser el mejor en su trabajo, encontrar las mejores piezas o vender al mejor postor. Pero para su botín particular su obsesión son las miniaturas. Es un hombre que nunca deja de buscar. Una búsqueda que no tiene fin, en continuos viajes, inmerso en intrigas y traiciones. Hasta en sus relaciones sentimentales sigue incesantemente buscando el modo de calmar el frío que siempre siente.

La vida de Eduard es como subir una y otra vez por unas (simbólicas) Escaleras de Chambord. Él por uno de sus tramos y una niña de su infancia de larga trenza por el otro. La ve, pero no la puede alcanzar; nunca pueden cruzarse. Un recuerdo difuso, un nombre que no logra recordar. Mientras el frío persiste y él no deja de viajar y de buscar más y más miniaturas que coleccionar, juguetes que lo sigan enriqueciendo o engañando su malestar. 

Extraña y fascinante novela de Pascal Quignard. No gustará a todos los lectores, pero a los que suban por esa Escalera de Chambord y logren ver el significado que esconde, no la olvidarán. Plagada de joyas en una narración sobre un mundo restringido, elitista y distinguido. Un mundo que se nos muestra, pero no del todo. 

Texto y fotografía: Ana Martínez García.

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