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viernes, 30 de noviembre de 2018

Siempre acabo añorando el blog, pero la falta de tiempo una y otra vez demora mi regreso. Me gustaría venir de nuevo con mis lecturas y creaciones, pero no puedo prometer nada. Intentaré, no obstante, quitarme tiempo de otras actividades que no me compensen tanto y hacer lo posible por venir más por aquí. El ruido de las redes sociales puede ser ensordecedor y el blog me da más paz. Se asemeja más a mis diarios, crees que no los leerá nadie, pero tal vez tienen algún lector que no puede evitar la curiosidad. 


Ahora, mi querida Nora, quiero que leas una y otra vez  todo lo que te he escrito. En parte es desagradable, obsceno y bestial; en parte es puro y sagrado y espiritual: todo ello soy yo. 

James Joyce.


Todas las buenísimas críticas que había leído sobre EL LIBRO MÁS PELIGROSO, de Kevin Birmingham no exageraban lo más mínimo. Es un libro sobre un gran libro, el "Ulises", de James Joyce, un símbolo de libertad. Está escrito con las reglas del mejor thriller: hay una trama que te atrapa, unos personajes muy interesantes, datos que se te ocultan intencionadamente para serte revelados páginas después, unos virajes que te zarandean y despeinan y unas revelaciones finales que te dejan boquiabierto. Hay un héroe con el que te encariñas y que quieres que todo le salga bien y consiga su propósito de publicar su gran obra, que logre sortear la censura que la cerca y persigue y no acabe destrozada y hasta quemada. Todos los datos y curiosidades que aporta este libro, narrados sin más, ya hubieran sido suficientes para hacerlo apetecible y leerlo con mucha curiosidad, pero Kevin Birmingham le aporta, además, sus toques especiales que te agarran a su libro con los ojos tan inundados de expectación que temes cerrarlos un instante y que se te ahoguen sin haber averiguado toda la verdad, toda, hasta el último detalle. Trasluce tal admiración por Joyce y su obra que lo imaginas con los ojos brillantes investigando, leyendo infinidad de documentos, visitando a familiares de aquellos protagonistas, escribiendo su libro y al fin chistándote a ti, pidiéndote que te acerques que te va a contar todos los secretos de la mítica peripecia que supuso la publicación de "Ulises". Hay libros que no los lees, te los bebes y después te dejan sedienta, con la necesidad urgente de leer -o releer- a continuación el libro tan importante del que habla. Que si ya lo sabías grande, saber los detalles de su épica le añaden una aureola que será imposible de apagar.

"Ulises", de Joyce estuvo censurada durante más de una época. Pero estaba destinada a ser leída, admirada y estudiada; era necesaria para romper las barreras pacatas que se le imponían al arte. Una obra que asestó el gran golpe sobre los miedos de occidente. Miedo a la sexualidad que llenaban de armarios y candados el arte, que lo cubrían de miriñaques, faldones y faldas enormes. El miedo a la diferencia, a la disidencia religiosa y política. Miedo que imponía vigilar sin descanso para velar por una sociedad de orden, leer la correspondencia, juzgar, prohibir y destruir las obras de artistas de dudosa moralidad; mantener bajo llave, con las luces apagadas y haciendo como que no existía todo lo humano que creyeran que podía traer el desorden e impulsara a la lujuria y a la perdición de los jóvenes. Pero frente a este miedo existía un descontento que crecía cada día más y que estaba harto de constreñir sus instintos, sus pensamientos y su necesidad de crear o acceder a las creaciones de otros con plena libertad. "Ulises" llegó en el momento idóneo en que las conciencias bullían por conocerse, por estudiarse, por entenderse. Un deseo de libertad, de abrir las ventanas y ventilar los cuartos de aire enrarecido. 

James Joyce escribió "Ulises" con un miedo propio y muy doloroso, el de la posibilidad cada vez mayor de quedarse ciego. Los ataques de iritis que le sobrevenían de pronto, a veces en plena calle, cayendo entonces desplomado por el dolor y que lo obligaron a pasar por el quirófano en numerosas ocasiones hubieran desanimado a cualquiera de seguir escribiendo. Intervenciones quirúrgicas muy rudimentarias entonces que son descritas de tal modo por Kevin Birmingharm que podían perfectamente formar parte de una novela de absoluto terror.  Además de su condición de exiliado que lo obligan a él y su familia a trasladarse a diferente países europeos y sus frecuentes problemas económicos. Nada en su vida se lo ponía fácil para escribir y menos aún una obra de tal complejidad. Pero Joyce navegó en sus miedos y a la vez los distrajo sumergiéndose en lo más íntimo de su ser y su intelecto y ofreció a todos aquellos descontentos un símbolo inmenso de lo que llevaban dentro pugnando por salir. 

"Ulises" como la gran obra literaria que es ya estaría justificada y sería absolutamente necesaria y digna de protección y estudio. Pero fue mucho más y supieron verlo protagonistas esenciales y muy importantes que la apoyaron a menudo poniéndose en peligro, arriesgándose a acabar incluso en la cárcel. Creyeron en ella, creyeron en James Joyce y en lo que se jugaban y mientras se siga leyendo, mientras se sigan leyendo obras que vinieron después, siguiendo el camino que había emprendido él, y que también sufrieron el acoso de la censura, habrá merecido la pena. El arte no puede coartarse, no puede atender a una moral que será cambiante con los tiempos, no es responsable de los que se acerquen a ella después, solo debe responder a la propia libertad de su creador, solo así será verdadero e inmortal. 

Fueron muchos los lectores, escritores y grandes artistas, libreros, abogados e incluso contrabandistas que supieron lo que tenían entre manos, lo importante que era para todos "Ulises" y que de diferentes maneras lo protegieron y lucharon por él. 

No desprecien las grandes obras de arte por no entenderlas, el esfuerzo por acceder a su grandeza a menudo merece la pena. Desde luego, se lo pensarán un poco más antes de dar valoraciones apresuradas sobre "Ulises", de James Joyce después de leer el libro que hoy os traigo. 




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