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sábado, 27 de abril de 2019

Llegó el otoño, el otoño lluvioso y triste, que pasamos encerrados en casa, con la madrastra severa, nuestro padre completamente entregado a ella, el niño quejumbroso y la tía reumática.

Desde que sabía que eso era lo que a él le gustaba, olvidaba todas mis antiguas quejas en contra de las costumbres patriarcales de nuestra casa, y me parecía que yo misma había escogido aquel tipo de vida y que me gustaba.


Descubrí UN MATRIMONIO DE PROVINCIAS en el propio perfil de la editorial Contraseña. De inmediato me llamó la atención y más aún cuando me puse a leer sobre ella. Publicada en 1885 por Marquesa Colombi, seudónimo de Maria Antonietta Torriani es de un realismo demoledor, "sin miel", dice en el Posfacio Natalia Ginzburg. Y así es, en efecto, retrata sin una pizca de sentimentalismo, queja o adorno que vista de un modo más amable la situación de las mujeres en las postrimerías del siglo XIX italiano. Describe de forma magistral en apenas ciento y pico páginas, no le hacen falta más, cómo la única posibilidad de una mujer pasaba por el matrimonio, el único destino admisible para escapar de una rutina gris, de un aburrimiento hasta la náusea y ser lo que la sociedad les exigía. La posibilidad tenebrosa de llevar de por vida el cartel ominoso de "solterona" las empujaba a no alojar en sus mentes otro propósito que conseguir un marido y, además, convencerse de las bondades de ese futuro manipulado y marcado.  

Denza Dellara lleva una existencia en la que el tiempo parece transcurrir en un inmisericorde goteo de infinito tedio, sin más aliciente que las escasas visitas familiares. Cuando algunos comentarios la hacen ver que es una muchacha muy guapa y que, además, ha atraído la atención de un joven de buena posición, se agarrará con empecinado convencimiento a la esperanza de un pronto matrimonio que la aleje de su monótona vida. 

Es esta una novela muy corta, pero muy contundente y, desde luego, una pequeña joya literaria de una modernidad indiscutible y que os va a sorprender con total seguridad. Para mí ha sido un valioso descubrimiento. Estuvo olvidada durante mucho tiempo y fue Italo Calvino quien la rescató en 1973. Le pidió a Natalia Ginzburg una introducción en la que la escritora italiana explicaría como esta obra había sido una influencia importantísima en su escritura y que leyó por primera vez con apenas siete años, después de traérsela su madre de un puesto de libros viejos. Durante años la releería sin cesar, permaneciendo en su memoria en la más alta estima. Si estoy absolutamente convencida de que esta novela os va a gustar y sorprender, el delicioso posfacio de Natalia Ginzburg os va a enamorar.

AVISO: Os aconsejo leer el prólogo de Cristina Grande, que es muy interesante también y os gustará, sin duda, al final, pues contiene un pequeño destripamiento de la novela. A veces es inevitable para realizar un buen texto sobre una obra. No es un tirón de orejas en absoluto, pero para quien no se le ocurra pensarlo, se lo aviso.

Marquesa Colombi.



Texto y primera foto: Ana Martínez García. 

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