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martes, 24 de marzo de 2020


~RESURRECCIÓN~
Lev Tolstói


Lev Tolstói vivió a lo largo de su vida numerosas crisis morales. Buscó sin descanso el sentido de la vida y de Dios y el modo de lograr llevar una existencia de acuerdo a su ética personal, mientras se enfrentaba a la clase social privilegiada a la que pertenecía por nacimiento, a la iglesia ortodoxa -fue excomulgado-, y a su propia esposa, Sofía Andréievna, que nunca comprendió ni aceptó que pretendiera renunciar a sus privilegios como terrateniente ni dejar libre de derechos sus obras literarias. Sin embargo, hasta el final luchó por llevar una vida humilde, cerca de los campesinos y en continua comunión con la tierra que había heredado de sus padres, pero que no creía que le pudiera pertenecer legítimamente, sino que debía ser de aquellos que la trabajaban. Idealizaba al pueblo ruso y criticó con ahínco a la sociedad culta y adinerada. Dada su extraordinaria convicción de la necesidad de seguir un proceder moral de acuerdo con lo que Dios esperaba de los seres humanos, trató a través de su obra literaria de dar las respuestas a las cuestiones existenciales fundamentales.

RESURRECCIÓN (1889-1890) fue su última novela. Después de "Ana Karénina" buscó un estilo más directo y asequible para un público menos cultivado con el fin de transmitir su punto de vista sobre la vida y cómo vivirla de acuerdo a un proceder justo y responsable. Llega a esta novela convencido de la superioridad moral del pueblo y de la necesidad de redención. 

En efecto, esta novela trata sobre la expiación del príncipe Dimitri Ivánovich Nejliúdov, que dotado de excelsos sentimientos y una gran sensibilidad en su primera juventud tras su paso por el ejército se embrutece y seduce a una joven inocente, Katia Máslova, que trabaja en la casa de una tías suyas. Después se marcha a la guerra y aunque le promete volver nunca lo hace. Cuando descubren que ella está encinta la echan a la calle y tras varias y difíciles vicisitudes acaba de prostituta. Cuando él la vuelve a encontrar es como jurado en un juicio donde a ella la juzgan por robo y asesinato...

Lo que puede parecer un argumento sencillo y visto hasta la saciedad en numerosas novelas, que parece más de folletín que de alta literatura, en la pluma del coloso Tolstói se convierte en algo sublime y un pretexto para ocuparse de diversos temas que confluyen en uno, la regeneración moral y cómo llevar una existencia sin trampas a la conciencia dejándose llevar por la sociedad que es permisiva y disculpa a sus miembros más privilegiados. El príncipe buscará la "depuración de su alma" a lo largo del libro y va a pasar por la asunción de su culpa no solo respecto a Máslova, sino a su proceder como terrateniente y a su despreocupación de las condiciones en las que viven los campesinos. Las descripciones de las cárceles y el estado lamentable en que se encuentran los presos, así como la banalidad y dejadez de los tribunales es, además, observado y analizado con extraordinaria humanidad. La crítica social, al ejército y a la iglesia no deja títere con cabeza ni disculpa su proceder. Profundiza de tal modo en la psicología de los personajes y en sus motivaciones morales o ausencia de ellas que te parece que todos vivimos tan en la superficie que somos una especie diferente a la de este enorme escritor. 

De carácter biográfico a poquito que sepamos de la vida de Tolstói vamos a reconocer su propio proceso de redención y de búsqueda espiritual y rechazo de una vida anterior de lujos y excesos. Durante su etapa en el ejército, aunque es reconocido como héroe de guerra, siempre se ofrecía para estar en primera línea, también llevaría por espacio de cuatro años una vida disipada con numerosos encuentros sexuales de los que posteriormente abominaría al igual que el príncipe. Así como de haber sido bebedor y fumador. 

Decir que es una gran novela es quedarse muy corto. Es una enormidad tal que requiere una asimilación profunda y duradera en el tiempo. No basta con leerla y tratar de explicarla. Sacude porque dice enormes e incómodas verdades. Para pensarla y repensarla. Y en estos difíciles momentos no podía haber elegido un libro mejor. En momentos de miedo e inquietud sumergirme en sus páginas, en su madurez, en sus certezas me renovaba las fuerzas. No puedo decir  que la recomiendo. Hay que leerla. Ningún lector puede perderse una novela semejante.

Texto y foto: Ana Martínez García. 

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