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martes, 24 de febrero de 2015

Vuelvo de la mano de Jimena y su gato Pip

Hace muchísimo que no publico ninguna entrada en este blog y me he propuesto no dejarlo abandonado y volver a publicar. La falta de tiempo no me permite extenderme tanto, pero trataré al menos de poner las fotografías de mis nuevas creaciones. De todos modos quienes lo deseen se pueden pasar por mi página de Facebook. He desactivado la opción de comentarios, pues no puedo atender como antes, pero quienes lo deseen pueden por supuesto y será un placer escribirme a mi correo: SylviaBeachBookcase@gmail.com o a través de Facebook.

Hoy voy a poner las fotografías de mi última muñeca y el texto que la acompaña. Hecha completamente a mano con pasta de papel, sin moldes. La ropita también está hecha a mano. Incluso los ojos, que siempre me preguntan, son pintados a mano. Los libros en papel tratado y carrito.

¡¡Espero que os guste conocer a Jimena y a Pip!!









JIMENA Y SU GATO PIP
Jimena y su gato Pip se disponían a ir a su librería de viejo preferida. Jimena advierte al minino que solo se traerán un libro para cada uno. Pip, para disimular, emite un lastimoso maullido, pues, en realidad sabe que al final vendrán cargados con muchos más.
Jimena se abriga bien, se pone el gorro y monta a Pip en el carro. Al abrir la puerta de la calle le hace un guiño al nuevo día, sintiendo que les espera una jornada deliciosa.
Ya en la librería, el librero suspira al verlos entrar. Sabe que no dejarán estantería con cada uno sus estantes por revisar, ni se les escapará ni el más escondido de los rincones, por muy oscuro y polvoriento que esté.
Después de horas de hojear libros, leer pasajes, poner los ojos en blanco ante hermosos poemas, el gato y Jimena se encuentran rodeados de libros y más libros que han ido seleccionando. Ahora llega la tarea más difícil: elegir entre todos los que se van a llevar.
- ¡Pip, recuerda, solo uno para ti y otro para mí!
- Miaaaauuuuuuuuuu.

El librero no puede evitar que se le escape una risotada, pues también sabe muy bien que Jimena no podrá elegir tan solo dos libros.
Después de amenazarles en varias ocasiones con dejarlos encerrados allí, Jimena al fin se decide a pasar por caja y pagar.
El librero se queda mirándoles mientras se marcha, sonriendo al recordar el rubor de Jimena que, en efecto, de nuevo no ha podido evitar cargar su carro de libros.
Una vez en casa, los ponen todos juntos y mientras Jimena toma un gran tazón de chocolate caliente y Pip se lame las patitas tras comer una sabrosa sardina, los miran embelesados, pensando lo requetebonitos que son y las muchas horas de felicidad que les aguardan con su lectura.
LA MINOMALICE.