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sábado, 15 de diciembre de 2018

~Libros Mayorquecero~ me envió Cecilia en la noche, de 11 autoras cubanas para escribirle una reseña y de inmediato me apeteció leerlo. El año pasado leí a un escritor cubano y aunque elegí una novela policíaca y ya siento a menudo que me saturó este género, por lo que no lo disfruté en ese sentido demasiado, toda la parte de la cultura cubana me enamoró y me interesó, por lo que tenía muchas ganas de volver a pasear por las calles de Cuba entre sus gentes y empaparme de su color, de sus olores, de su alegría y de sus tristezas. Es por lo que me pareció que Cecilia en la noche me presentaba una ocasión ideal para volver allí. Además, sentí mucha curiosidad, pues estas escritoras se dedican a profesiones, la mayoría de ellas, muy diferentes, escribir no es su trabajo habitual ni con el que se ganan el sustento, aunque todas tienen libros publicados y han sido premiadas todas ellas en concursos y certámenes literarios. Algunas son ingenieras, doctora, hay una farmacéutica, una psicóloga, una dependienta de cafetería, una artesana e incluso una costurera. Un amplio abanico de diferentes profesiones para una pasión común, la literatura. En estos once relatos hay mucha variedad y desde luego, talento.

Me voy a recrear, para que o hagáis una idea de lo que o vais a encontrar, en algunos de mis relatos preferidos. El primero es genial, Fulana y el fuego, de Gleyvis Coro Montanet, y es que ella tiene una misión muy importante, "limpiar el planeta de abusadores" y va a entrenar de un modo un tanto curioso. Os dejo un fragmento muy significativo: "Porque solo hay que sentarse un minuto frente al ordenador con Internet para ver que hay una causa de muerte femenina más frecuente que la malaria, el cáncer de mama y todas las guerras actuales juntas. Y esa causa de muerte son los maridos".

Filosófía poética de Marcelo Pascuale, de Hayde Sardiñas, el protagonista sufre el abandono de su amada Claudia y un amigo trata de distraer su dolor con la historia de un poeta, que como estas autoras cubanas desempeña otros oficios y busca tiempo para escribir. Un cuento dentro de otro cuento en el que tras las frustraciones de la vida tratamos como podemos de rescatar o inventar un poco de alivio y al fin dar con una pizquita de felicidad: "La felicidad consiste en la adaptación de nuestras necesidades a la realidad mediante recortes sucesivos. Se pueden recortar tanto nuestras necesidades como la realidad". Este cuento tiene uno de los finales mejores del libro y con el giro más inesperado en el último fragmento.

Se trata también la homosexualidad en varios cuentos y está muy bien tratada, ya sea como tema  principal o secundario. Desde los que narran una renuncia a lo que uno es y siente y tiene que llegar a un acuerdo con las personas con las que convive para soportarlo como en Los guiones posibles, de Yasmín Silvia Portales Machado. O en Anna Lidia Vega Serova lee un cuento erótico en el patio de un museo colonial, de Mariela Varona Roque, donde hay un aporte muy interesante sobre la homosexualidad femenina integrado en un relato sobre las diferentes caras del placer en una narración extraña que ofrece diferentes lecturas. En uno de mis preferidos Rosa duerme a mi lado, de la artesana Ketty Blanco, aparece como tema de fondo. Este cuento me llegó a emocionar. Los problemas entre una madre y una hija son tratados de forma muy realista; es fácil identificarse, ya sea con madre o con la hija. Uno de los que más me sorprendieron y de los que pensé que quería seguir leyendo más escritos de esta autora.

El espantapájaros, de Aymara farramola, es muy duro, pero muy bello. Uno de los más ricos en símbolos y que quiero releer porque hay algún significado que se me escapa. Un relato sobre la miseria más absoluta, el dolor y la desesperación que enajenan y trastocan los sentimientos. De los más imaginativos. El que más he subrayado. Una de las frases que leí y releí, que degusté en boca, porque me pareció preciosa, aun con toda la dura realidad que contiene, pues describe cuando una persona pierde la cabeza por pura hambre, es la siguiente y es muy linda: "...ya están caminando guayabitos por la azotea debido al exceso de ayunos".

Y el último de los cuentos es mi preferido, con el que más ganas he sentido de seguir leyendo a esta escritora. Ventolera, de María Elena Llana, me parece precioso y muy triste. El desdoblamiento del dolor y el disfrazar los recuerdos para llevarlos-soportarlos con mayor dignidad. ¡Quiero leer más de María Elena Llana!, por favor.

Es un libro que se lee muy bien, en apenas dos tardes me lo terminé y puedo decir que lo disfruté y me sedujo en todo momento. Aunque hay algún cuento que me gustó menos y algún otro que el final me decepcionó un poco o hubiera preferido otro, en general, mantiene el interés y todos sus relatos te aportan ese placer de dejarte mecer por el alma cubana, una cadera contundente de vaivenes pausados, de fuerte personalidad con los pasos firmes de unas voces que quieren ser escuchadas y respetadas y que tienen mucho que decir. Un libro al que merece la pena dar una oportunidad. Una selección de cuentos muy acertada; una lectura que se disfruta y nos permite mirar desde el buen armazón literario otras realidades y otras culturas. La cultura cubana seduce y seduce el talento de estas escritoras.
Texto y foto: Ana Martínez García.

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