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martes, 15 de enero de 2019

Desde que comencé en la red social Facebook en mis publicaciones han tenido un protagonismo especial los libros y los gatos y a menudo me ha divertido presentar fotografías de escritores con estos fascinantes animales. Entre mis preferidas estaba la que os muestro a continuación de Barbara Pym y que también viene en mi ejemplar de "Mujeres excelentes". De inmediato sentí mucha curiosidad por esta novelista inglesa y me hice el propósito de leer sus libros. Ha transcurrido más tiempo del que era mi intención en un principio, desde que di con su fotografía hasta que he leído un título suyo, pero al fin le ha llegado su momento y estoy muy feliz. Una vez he comenzado ya no voy a parar porque ha sido como encontrarme con una persona con la que era inevitable trabar amistad tarde o temprano. Me pareció que la escritora me guiñaba un ojo y me decía: "sabía que acabaríamos encontrándonos" y yo le respondí que, además, estaba segura de que nuestra amistad sería para siempre.


Este año pasado algunas de las lecturas que me han acompañado me han dado mucha paz. Me ocurrió con "Agnes Grey, de Anne Brontë , "Gloria", de Nabokov, "Cranford", de Elizabeth Gaskell o los cuentos de Chéjov. A estas les añado "Mujeres excelentes", de Barbara Pym. Desde que comencé a leer este libro se impusieron una serie de realidades: que no podía parar de leerlo, que me daba una serenidad muy estimable y que todas las tazas de té y café que en sus páginas se preparan me eran ofrecidas con unas deliciosas pastas en un trayecto de suave traqueteo en el que lo más importante era la charla durante el viaje y poco importaba a dónde me llevaría. Ya lo decía mi admirado Nabokov: "lo más importante son los detalles" y esta escritora sabía de detalles también. Son los que te enamoran y los que durante todo el tiempo te ponen una sonrisa. No importa la trama, no me importó no tener nada en común o apenas nada con sus personajes, solo quería seguir escuchando a Mildred, su narradora y personaje principal y que no dejara de prepararme más y más tazas de té o café. Sentarme junto a ella en su humilde, pero ordenado y encantador apartamento y que me contara sobre sus nuevos vecinos, sobre la parroquia y sus feligreses durante horas al calor de la estufa mientras la lluvia golpeaba los cristales de la agradable estancia.

A Barbara Pym se la compara con Jane Austen. En ambas se habla de una finísima ironía. Creo que fue en mi diario donde anoté un día tras haber pasado unas agradables horas de lectura, que su mordacidad era mayor tanto en una como en la otra de lo que se puede esperar, pero aunque su fin no es tan malintencionado, tampoco tan inocente como aparenta. 

Las "mujeres excelentes" serían las prudentes y siempre dispuestas a echar una mano solteras que alcanzada una cierta edad se les predispone un anhelo por el matrimonio que tal vez no se vea satisfecho. Se les presuponen pacientes esperas de próximos y adecuados enlaces y no se contempla las virtudes y pequeñas felicidades de la vida en soledad. Se les asigna un rol que Mildred desmiente en muchos momentos con su inteligencia, aunque no tanto con sus actos.

"...y para distraerme encendí la radio. Pero era un programa de mujeres, y todas ellas se mostraban tan casadas y espléndidas, con una vida tan plena y al mismo tiempo tan bien organizada, que me sentí más solteril e inútil que de costumbre".

Mildred es, en efecto, inteligente, pero ha adoptado el papel que la sociedad cree que le corresponde y sus pequeñas insurrecciones son tan tímidas y prudentes que pueden incluso pasar desapercibidas, pero los lectores tenemos el privilegio de conocerlas y aunque a menudo nos gustaría aconsejarla al respecto y animarla a ser más tajante, sabemos que nos miraría con condescendiente ironía. Son los años cincuenta y la sociedad todavía espera que los bucles no se salgan del primoroso peinado y que los roles se adopten de forma natural, sin embargo, que los cacharros se queden sin fregar comienza a ser una costumbre no tan escandalosa, por la inevitable incorporación al trabajo de muchas mujeres. Nada cuesta tanto como acostumbrarse a las rebeliones domésticas y en esas transiciones es esperable la confusión y el desconcierto. Y Mildred parece tener la facultad de poner orden por donde pasa, por lo que unos y otras, unas y otros van a agradecer siempre sus tazas de té o café y después todo será más fácil y la vida transcurrirá de nuevo como corresponde. 

Una novela encantadora, menos inocente de lo que parece, de "mujeres excelentes", pero quiénes son realmente estas mujeres. Nuestra -mala- costumbre de etiquetar, agrupar y simplificar propicia la duda constante en cuanto miramos a través de la lupa de Barbara Pym.


Ya tengo en casa esperando dos títulos más de Barbara Pym editados en Gatopardo ediciones y de otro que saldrá a la venta en junio apuntadísima la fecha. Además he encontrado en segunda mano, baratito y en perfecto estado un título más de Lumen. Cuánta felicidad nos dan los libros, no tiene ni idea la tal Maríe Kondo.

Texto y foto: Ana Martínez García.
Foto en blanco y negro de la fotógrafa Mayotte Magnus. 

2 comentarios:

  1. Hola Ana! Me alegra ver que has recuperado el blog, a ver si un día de estos lo hago con el mío.
    Me anoto el libro de Mujeres excelentes para mis próximas lecturas.
    Ahora ando recuperando a Carmen Martín Gaite.
    La Kondo no soportaría vivir en una casa como la nuestra, donde hay mas de 30 libros y no te digo la cantidad de cosas varias que se acumulan en nuestros cajones, ya se sabe que cada uno es feliz a su manera, no a la manera de otros.
    Un abrazo😚

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  2. Hola Julia! Sí, quiero venir y mantenerlo activo. Me encantaría que recuperaras el tuyo también, me trae muy buenos recuerdos.
    Carmen Martín Gaite me gusta mucho. Ya nos contarás. Hace tiempo que no leo nada suyo e igual me da envidia y vuelvo a ella.
    Síiii, desde luego con nosotras las lleva claras Marie Kondo jajaja.

    Un abrazo chillao!!

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