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sábado, 30 de marzo de 2019


Una mañana Francis y yo curioseábamos unos titulares sobre el último episodio violento en una vitrina de periódicos cuando de pronto vi en el cristal nuestras caras reflejadas.

La ocasión en que la vimos pasar un día entero echada en el sofá con un libro sorprendentemente grueso de la biblioteca. Todo un día leyendo, sin ponerse ni una sola vez histérica por las obligaciones. 

HERMANO, de David Chariandy.


Hay libros a los que enseguida les late el corazón, que sus personajes se salen de las páginas para perder su condición de papel y tinta y convertirse en seres de carne y hueso. Así es este libro. Sin llegar ni a doscientas páginas consigue que la historia te importe, te emocione y te duela. Lo leí casi del tirón y cuando tuve que despedirme de Michael, Francis, Ruth, Aisha y Jelly lo hice con pena y de inmediato les añoré. Los lectores sabéis de lo que hablo, esos personajes que se te abrazan y no quieres separarte de ellos, aun con sus duras vivencias, porque son auténticos, son de verdad.

Narrada en primera persona por Michael nos cuenta que su hermano Francis y él han crecido en Scarborough, un suburbio de Toronto, Canadá junto a su madre. De procedencia Antillana desde niños sufren las miradas manchadas de desconfianza, desaprobación y temor de las que solo los prejuicios y la ignorancia son capaces. Su madre, mujer luchadora, que trabaja más horas que tiene el día, que ya sale cansada de casa tras dejarles todo preparado a sus hijos y que se va siempre con un puño en el estómago por el temor de lo que pueda ocurrirles al quedarse solos, pone todo su empeño en trasmitirles que solo estudiar y no meterse en líos les dará la oportunidad que ella no pudo tener. Pero el barrio lucha contra ella y a Francis, que siempre protege a su hermano, que cuida, serio y resuelto, a su madre desde niño, tan carismático que los amigos y las chicas lo veneran, tiene, sin embargo, una fractura en su hermoso ser, que es un abismo. Michael que lo admira y respeta lo ve al filo del abismo sin ser consciente del todo del peligro que corre, cuando es todo lo que tienen él y su madre. Mientras Aisha, inteligente y singular, la primera de la clase, se convierte en una ilusión de camaradería y amor con la que visitar la biblioteca y romper el círculo de predestinación social. Y de fondo la banda sonora de los años noventa, el recuerdo de series norteamericanas y los estilismos imposibles de quienes buscan reafirmarse en unas difíciles circunstancias, para que no les trunquen los sueños. El triunfo será mantener los valores y sentimientos que los hacen mucho más grandes de lo que creen ser y de lo que les dejan creer. 

Dura, pero también hermosa y emotiva. Habla de la familia y la amistad, de la muerte y los prejuicios sociales, de las muchas dificultad que encuentran los inmigrantes, incluso las siguientes generaciones, que ya nacen en el país adoptivo.

Esta novela ha sido para mí una nueva confirmación de que jamás hay que cerrarse puertas en la literatura y conocer a nuevos escritores es siempre una aventura enriquecedora. Por favor, pido a Alianza Editorial que no pierda de vista a este autor y nos traiga todo lo que escriba. 

Texto y fotografía: Ana Martínez García.

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