~MONJAS Y SOLDADOS~
de Iris Murdoch
A todo el mundo le encantan los pintores.
La novela de Iris Murdoch, MONJAS Y SOLDADOS, comienza a los pies de la cama de Guy que está en fase terminal. Aparece en escena el Conde de nacionalidad polaca y buen amigo del moribundo. A través de este personaje vamos a entrar en la casa de Guy y Gertrude y pronto conoceremos a Les cousins et les tantes que se presentan cada noche para saludar al enfermo y acompañar en tan duros momentos a su elegante esposa, que está convencida de no soportar la vida tras su pérdida.
Hacía tiempo que una historia de amor no me tenía tan entregada y la leía con tanto placer como me ha sucedido con la que se narra en MONJAS Y SOLDADOS, de Iris Murdoch. No es una historia de amor ideal, ni muchísimo menos, es muy inesperada y creo que si alguien me hubiera hablado de ella antes es muy posible que no me hubiese despertado demasiado interés. Pero desde la pluma de esta escritora que cada vez me gusta más y me produce más admiración he acompañado a sus protagonistas con una enorme curiosidad e implicación. No quiero, por lo tanto, entrar en demasiados detalles porque el no saber casi nada sobre esta novela a mí me ha permitido sorprenderme a menudo y disfrutarla más. Y no solo tenemos en ella una historia de amor, presenta otros temas como la vejez, la muerte, la enfermedad, la religión, la filosofía, la literatura... y todos tratados con detenimiento y desde una gran hondura. Son tan completas sus novelas que es una experiencia plena y que te deja al cerrar el libro con una sensación de haber leído algo muy bueno.
Hacía tiempo que una historia de amor no me tenía tan entregada y la leía con tanto placer como me ha sucedido con la que se narra en MONJAS Y SOLDADOS, de Iris Murdoch. No es una historia de amor ideal, ni muchísimo menos, es muy inesperada y creo que si alguien me hubiera hablado de ella antes es muy posible que no me hubiese despertado demasiado interés. Pero desde la pluma de esta escritora que cada vez me gusta más y me produce más admiración he acompañado a sus protagonistas con una enorme curiosidad e implicación. No quiero, por lo tanto, entrar en demasiados detalles porque el no saber casi nada sobre esta novela a mí me ha permitido sorprenderme a menudo y disfrutarla más. Y no solo tenemos en ella una historia de amor, presenta otros temas como la vejez, la muerte, la enfermedad, la religión, la filosofía, la literatura... y todos tratados con detenimiento y desde una gran hondura. Son tan completas sus novelas que es una experiencia plena y que te deja al cerrar el libro con una sensación de haber leído algo muy bueno.
Desde que conocí a esta escritora en agosto lo cierto es que me he leído tres auténticos novelones suyos y ya estoy convencida de que con ella es una apuesta segura. Es tener uno de sus libros esperándote y acariciar el momento de comenzar a leerlo y saber que vas a traspasar la puerta de inmediato a unas historias fascinantes y junto a unos personajes intensos, que nunca te van a dejar indiferente. Las tramas se suceden y se entrelazan, hay giros que te dejan con la boca abierta y se resuelven incógnitas, entran y salen personajes siempre de forma muy dinámica y sus acciones tan humanas como en ocasiones, sorprendentes, te mantendrán muy atenta todo el tiempo. Iris Murdoch es sin duda una gran narradora y una gran creadora de personajes. En las novelas de esta escritora desde el principio estos adquieren tal nitidez, los deja tan perfectamente perfilados que de inmediato te atraen y te quedas con ellos. Pero por favor, si hasta en esta lectura última el gato Piglet y el perro Barkiss tienen sus momentos claves y son dos personajazos más. Y es que los animales van a representar, además, un gran papel simbólico. Los paisajes y entornos son muy importantes también el poder que parecen poseer sobre el destino y los sentimientos de los personajes, ya sea en plena naturaleza o en el propio Londres. Sin darlo como cierto te dejan la sensación de que han intervenido determinados elementos mágicos que le aportan a la narración unas cualidades misteriosas muy estimables. Sus descripciones no son nada tediosas ni innecesarias, todo lo contrario. Y nada despreciable, lo que me mueve la naricilla en ese cosquilleo de patitas de mariposa, son las referencias e influencias literarias y filosóficas. Está Shakespeare, muy claro en esta novela con "Hamlet" y otra de sus obras que no digo, pues es como la resolución de una incógnita; que Guy lea la "Odisea", de Homero para despedirse es muy significativo; Platón siempre; Horacio, Aristóteles, Heidegger. Pero si hay unos ecos que me han entusiasmado en MONJAS Y SOLDADOS son los de "Las bostonianas", de Henry James. Escritor muy presente también en toda su obra.
De veras, no entiendo cómo no está todo el mundo leyendo a esta escritora. Yo ya no puedo parar de leer sus libros. Quizás echa para atrás la idea de que como era filósofa sus novelas van a ser demasiado enrevesadas e inaccesibles, lo que no es cierto. Quizá sea por la religión que aparece a menudo en sus novelas que puede hacer pensar a algunos que es un tema superado que ya no interesa. Pero creedme que tal y como ella lo trata resulta de lo más pertinente y actual. Igual sus propias fotografías en las que se la ve a menudo como muy triste o adusta en exceso. En estos tiempos en los que la imagen tiene tanta -demasiada- importancia. No lo sé, la verdad, las razones, pero es una maravilla absoluta. Al menos para mí, sin duda lo es. Saldría a la calle y a todo aquel con el que me cruzara lo agarraría de los hombros y le gritaría que leyera a Iris Murdoch. Yaaa, no hay que gritar a la gente, pero ¡yo les gritaría! Me lo pondría en una camiseta, en una chapa, en la estela de un avión... No estoy siendo seria, pero es que me entusiasma esta mujer.
De veras, no entiendo cómo no está todo el mundo leyendo a esta escritora. Yo ya no puedo parar de leer sus libros. Quizás echa para atrás la idea de que como era filósofa sus novelas van a ser demasiado enrevesadas e inaccesibles, lo que no es cierto. Quizá sea por la religión que aparece a menudo en sus novelas que puede hacer pensar a algunos que es un tema superado que ya no interesa. Pero creedme que tal y como ella lo trata resulta de lo más pertinente y actual. Igual sus propias fotografías en las que se la ve a menudo como muy triste o adusta en exceso. En estos tiempos en los que la imagen tiene tanta -demasiada- importancia. No lo sé, la verdad, las razones, pero es una maravilla absoluta. Al menos para mí, sin duda lo es. Saldría a la calle y a todo aquel con el que me cruzara lo agarraría de los hombros y le gritaría que leyera a Iris Murdoch. Yaaa, no hay que gritar a la gente, pero ¡yo les gritaría! Me lo pondría en una camiseta, en una chapa, en la estela de un avión... No estoy siendo seria, pero es que me entusiasma esta mujer.
Texto y fotografía: Ana Martínez García.
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