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viernes, 3 de enero de 2020


~EL REINO DE LAS MUJERES~
de Antón Chéjov


Anna Akímovna de orígenes humildes está sin embargo a cargo de una gran fábrica que ha heredado de su familia. Se encuentra entre dos mundos sin sentir que pertenezca del todo a ninguno de los dos. Su actual posición la aleja de los que eran de su misma extracción social, ahora sus obreros que viven en situaciones de pobreza, pero tampoco es aceptada plenamente entre su presente entorno de integrantes adinerados. Encontrándose muy sola, idealiza el matrimonio. No le está siendo fácil encontrar marido. Ya tiene veintiséis años y el tiempo avanza sin saber si el adecuado estará entre los de su antigua clase social o en los de la actual que la menosprecian. Mientras, los preparativos de la Navidad se suceden y favorecen la ensoñación.

Este relato de Antón Chéjov pertenece a su tercera etapa. En él ya no quedan influencias de otros escritores y está lejos de la primera etapa donde abundaban más lo de tipo humorístico. Posee sus principales características de retrato breve, aparentemente sencillo, pero de una enorme profundidad psicológica y bellísima y particular poética. Las descripciones del paisaje invernal, la pobreza del pueblo ruso, los pensamientos de Anna, indecisa y perdida; las diferencias entre el piso de arriba y el de abajo que simbolizan a la perfección cómo en su propia casa no encuentra su lugar; las conversaciones literarias y de su tía y otras ancianas, sabias a fuerza de luchar y vivir, y la celebración de la Navidad, todo nos es mostrado a través de la increíble mirada de Chéjov que va tan allá que acabas mirándote a ti mismo. Dice Jesús García Gabaldón en la Introducción de los 'Cuentos', de Chéjov en Cátedra: "La obra de Chéjov constituye una permanente invitación a mirar en el espejo oscuro del ser humano". Ahí está la clave, a través de un retrato de la realidad exterior e interior de los personajes, con su MIRADA única, este enorme escritor acaba convirtiéndolo en un espejo en el que mirarte y quizás, con suerte, ver el aprendizaje de vida que está contenido en sus magníficos textos.

Chéjov fue un artista incomparable, un artista de la vida... Y la virtud de su obra estriba en que es clara y afín no solo para cualquier ruso, sino para cada persona en general... [...] Era sincero, escribía lo que veía y cómo lo veía, y gracias a esa sinceridad logró crear formas inéditas, en mi opinión, completamente nuevas en el mundo de la escritura. Quien así hablaba era el mismísimo Tolstói. Para hablar de Antón Chéjov he querido acudir a sus palabras del que fue su escritor favorito, apoyarme en tan indiscutible autoridad para afirmar que no puede existir en el mundo un buen lector que tarde o temprano no acabe rendido a sus pies. No suele ocurrir de inmediato. Desde mi propia experiencia lo puedo decir. Lo primero que leí de él fue La dama del perrito y algunos títulos más de una recopilación y recuerdo que me gustaron, los leí bien, pero sin que sintiera que había leído nada excepcional. Pasó bastante tiempo hasta que volví a leer a este escritor y entonces sí sentí algo diferente. Ya sabía, y pudo influirme a la hora de prestar más atención, que era reconocido como uno de los mejores escritores de relatos, para muchos el mejor. Y el "truco" está en acercarte más, mirar bien a sus personajes, verás su vulnerabilidad, su tristeza, sus fracasos, su miedo a la muerte... y ahí radicaba su genialidad. Sus narraciones no tienen un comienzo ni un final y en medio parece suceder muy poco. Sin embargo, sucede todo: es la vida y el ser humano en todo su desamparo. Y la clave está, en efecto, en su modo de mirar y describir lo que nos atañe a todos. No todas las miradas son iguales y la de Chéjov era la de un grande de la literatura, desde la humildad y desde la bondad, pero siendo enorme. 

Es conveniente leer a Chéjov siendo consciente de algunos detalles muy importantes. Su trayectoria literaria puede dividirse en tres etapas. En una primera, acude a los periódicos y las revistas literarias para ayudar en la maltrecha economía familiar y propia y poder estudiar medicina. Sus cuentos los escribe en apenas unas horas, son sencillos, breves y muchos de ellos humorísticos. Vendría después una segunda etapa, de madurez, más sosegada a la hora de escribir, donde ya es reconocido como escritor. Y en la tercera etapa aumenta la complejidad, la profundidad psicológica de sus personajes y el paisaje es un elemento simbólico muy importante y alcanza la excelencia. El retrato exterior de los personajes y el interior discurren ante el lector y acabas conmovido por su desamparada humanidad en un paisaje que lo contiene y al que el escritor le da categoría de igualdad con los seres que lo transitan.

Una maravilla. Siempre tengo cerca sus relatos y cuanto más los leo más grandes me parecen. Leed a Chéjov. Es leeros a vosotros mismos. 

Texto y fotografía: Ana Martínez García.

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