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miércoles, 3 de junio de 2020



EL VIENTO
De Dorothy Scarborough

La tormenta de arena duró tres días.

Justo cuando en los ojos de Letty empezaba a vislumbrarse una mirada demente, cuando ya había
empezado a hablar sola, en un tono tan bajo que impedía que Lige la oyese y preguntase <<¿Qué dices, cielo>>, el viento amainó.



El viento, su ulular enloquecedor, a cada momento, sin descanso; un viento salvaje en un lugar y un tiempo en los que todavía no había sido domeñado, y la arena que entra por todos lados, por cada minúsculo resquicio: está en los muebles por más que limpie, en la almohada al irse a dormir, en los ojos al despertar... Hasta en la comida. Por más que Letty la tape, al servirla ahí está, la comen. 

Letty apenas tiene dieciocho años, pero pronto su piel se ajará, sus ojos se empequeñecerán, su precioso pelo rubio perderá su brillo. El viento inmisericorde, que parece reírse de ella, quiere arruinar por entero su belleza, es un gigantesco reloj de arena, roto en su conducto, deformado, que se ensancha para acelerar su tiempo. Y es tan bonita, tan delicada... 

Sueña a cada momento con volver a su amada Virginia. La comparación es continua y es lo que la sostiene, esa escisión entre su mundo exterior tan árido y el interior donde vuelve a casa.Vino en un tren desde el que había sido su hogar hasta entonces. Un tren con estufa de hierro, una anciana que "tejía un encaje de punto" y un extraño que la inquietaba y que se introdujo en sus sueños pisoteando unos y enalteciendo otros. Una niña mimada, que vivía sin lujos, pero en una casa confortable con servicio doméstico. Y estaban las flores, el bosque y el clima tan disciplinado, en un suceder ordenado de cambios de estaciones. En el tren siente la incertidumbre en el estómago, desconoce lo que le espera, pero todavía puede soñar con una bonita casa, un pequeño jardín y encantadores animalitos... Sin embargo, pronto Virginia será para Letty "el lugar de donde manan los sueños"; en cambio, Texas, el Oeste, es el lugar donde mueren: ¿Acaso volvían a despertar los sueños, una vez muertos...?".

Al menos la espera su primo de la infancia, Bev. Qué entrañables recuerdos... Hablar de nuevo con él durante horas, recordar los viejos tiempos, todo lo que ambos vivieron, conocieron y amaron. ¿Y Cora, su esposa? Tan hermosa, tan alta, con su pelo de fuego..., y sus celos, y su necesidad de ser siempre el centro de atención. 

El viento, Cora y aquel tren que la llevó hasta allí. Y ese roto e inmisericorde reloj de arena. Todo inexorablemente la ha empujado hasta una vida donde teme enloquecer. 

Bella y angustiosa novela. No hay fenómeno atmosférico que me desasosiegue más que el viento cuando está descontrolado. Cómo sacude las ventanas, cómo parece aullar a los lejos y amenaza con aproximarse hasta meterse dentro de ti y destrozarte por entero los nervios. A cada momento he sentido una enorme comprensión y compasión por Letty que se ve arrastrada a un mundo durísimo, que ni en sus peores pesadillas hubiera podido imaginar. El anhelo continuo de que pare el viento, de la llegada de la primavera y de la lluvia que parece que nunca volverá a caer; su vida que siente arruinada empujada por las circunstancias y que la colma de tristeza. La arena, más arena y mucha más arena. Pobre Letty, "tienes que endurecerte y luchar", le digo a cada momento. ¿Lo logrará? ¿O el viento salvaje vencerá?

No os perdáis esta novela. Merece la pena. El viento no es tan solo en ella un fenómeno atmosférico, sino que representa mucho más. Entre otras cosas, una metáfora de la sociedad que desampara y lanza a las mujeres como un vendaval a una vida que no desean si no disponen de los medios suficientes para mantenerse o no se les han dado los estudios suficientes para conseguir un trabajo y ser dueñas de su destino. Las reflexiones de Letty al respecto son muy estimables y están muy bien ensambladas en la historia. Es una historia muy bien escrita. Comienza bien, sigue bien y va subiendo en intensidad. Y algo que os va a gustar de la autora. Tenía un taller de escritura y tuvo como alumna a Carson McCullers. Menuda maestra y menuda alumna. Ojalá la editorial decida traducir más títulos suyos, por favor. 

Ahora a disfrutar de la película que me apetece muchísimo. El cine mudo me fascina y si bien ya tenía esta novela apuntada para leerla, en cuanto supe de la película me lancé a leerla. Fue adaptada en el año 1928 por Victor Sjöström y por expreso deseo de la maravillosa Lilian Gish. Y es que Letty es Lilian absolutamente. Le va el papel como anillo al dedo. La fragilidad, esos ojos grandes y bellos, su rostro soñador... 

Texto y fotografía: Ana Martínez García. 

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