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miércoles, 26 de agosto de 2020


MEMORIAS DE UN ASESINO

ISRAEL RANK

de Roy Horniman


La aflicción me parece terrible, por supuesto, pero lo peor del mundo es la pobreza.

Me di cuenta de que el truco consistía en tener amigos ricos y utilizarlos. También comprendí esa máxima capital según la que, para tener éxito en la vida, resulta esencial evitar a los desafortunados y a los necesitados y, sobre todo, no dejarse engañar por el hecho de que, en si mismos, estos últimos probablemente sean las piezas más divertidas de la sociedad. Si un hombre desea ser rico, debe vivir entre los ricos. El problema era cómo hacerlo con quince chelines a la semana.


Israel Rank nos presenta sus memorias desde la cárcel. Ha asesinado a una serie de personas y nos va a contar su historia. Igual pretende incluso que entendamos sus motivaciones. ¡Menuda desfachatez!

Desde niño, el protagonista de MEMORIAS DE UN ASESINO, ISRAEL RANK, de Roy Horniman, se siente diferente. Ha recibido una educación selecta por parte de una madre que se ha desvivido por él y lo ha llevado a las mejores escuelas. Sin embargo, pronto se dará cuenta de que su posición económica no es lo favorable que podría pensarse por su instrucción y ser, además, mitad judío, por parte de padre, tampoco lo va a ayudar en una sociedad clasista y antisemita. Se siente humillado ante sus compañeros y sueña con dejar atrás la pobreza. Para lograrlo cuenta con su astucia, unos modales exquisitos y una belleza física que le permite destacar entre los demás. Pero hay algo más importante para él, algo que cuando llega a adulto le hace ver su futuro con mejores perspectivas para lograr resarcirse del desdén de los demás y llevar la vida de lujo que cree merecer. 

Su madre, que al casarse con su padre hizo un mal matrimonio en el aspecto económico, pertenece en realidad a una ilustre familia que posee uno de los títulos nobiliarios más antiguos del Reino Unido. Como hijo suyo lo heredaría en el caso de que todos los miembros anteriores a él en el orden de sucesión muriesen. Su mente comienza a maquinar cuando consultando un árbol genealógico comprueba que tan solo le separan del título de conde de Gascoyne seis miembros... 

Estamos ante una novela  muy entretenida, de ágil lectura, diferente a las historias habituales sobre crímenes, tiene algunos giros inesperados, mantiene el interés y administra bien los momentos de tensión. Pero, aun con todo lo dicho, lo cierto es que hubo algún momento en que me aburrió. Comienza Israel Rank con la descripción deprimente del lugar donde ha vivido la mayor parte de su vida; nos cuenta la historia de sus progenitores y cómo descubre ese algo insospechado dada su pobreza que os contaba en el párrafo anterior; lo vemos cómo se desenvuelve en la escuela, las burlas de sus compañeros y las amistades y enemistades que allí hace; conoceremos a la hermana de su mejor amigo, la vanidosa Sibella, personaje muy importante en la novela, de la que se enamora perdidamente y que le hace sufrir con sus desplantes. Toda esta parte me gustó mucho. Después sigue muy bien también durante un tiempo, ya de adulto. Y es cuando ya toma la decisión de acabar con todos sus familiares a los que no conoce, la parte de la planificación y cuando comete los crímenes, que me resultó, como os decía, más aburrida y perdía interés. Interés que volvía en cuanto entablaba relación con esos miembros, las descripciones de cómo eran, cómo vivían, cómo iba ganándoselos... Las visitas al castillo del conde me encantaron y lo que se teje allí hasta la parte final es muy bueno y no decepciona.  

Israel Rank es un cínico, un inmoral increíble y se me atragantaba bastante. Lo curioso, es que lo tiene todo para lograr triunfar sin necesidad de matar a nadie. Le hubiera dado dos guantadas. Pero él estaba obcecado con heredar el dichoso título y ale a preparar venenos, trampas, etc.

En fin, una novela muy apropiada para la época estival. No me ha vuelto loca, pero ha sido una lectura que ha estado bien, muy entretenida y me quité la curiosidad. Yo me lancé a leerla de inmediato cuando supe que una película clásica se había basado en ella y no me pude resistir. Me pasa a menudo esto. La película se titula OCHO SENTENCIAS DE MUERTE, es del año 1949, dirigida por Robert Hamer y en la que un magnífico Alec Guinness interpreta ¡ocho papeles diferentes! Una proeza de la que salió más que airoso. Qué grande. 

Texto y fotografía: Ana Martínez García. 



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