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martes, 6 de octubre de 2020

 

~2666~

LA PARTE DE AMALFITANO

de Roberto Bolaño


En algún momento de la cena Amalfitano creyó notar un cruce de miradas más bien turbio entre el rector y su mujer. En los ojos de ella percibió algo que podría asemejarse al odio. La cara del rector, por el contrario, manifestó un miedo súbito que duró lo que dura el aleteo de una mariposa. Pero Amalfitano lo notó y por un instante (el segundo aleteo) el miedo del rector estuvo a punto de rozarle también a él la piel. Cuando se recuperó y miró a los demás comensales se dio cuenta de que nadie había percibido esa mínima sombra como un hoyo cavado aprisa y de donde se desprendía una fetidez alarmante. 

En esta segunda parte de 2666, de Roberto Bolaño, el personaje central es el chileno Amalfitano, profesor universitario en Santa Teresa. Recordemos: Santa Teresa es la ciudad inventada por Bolaño que representaría Ciudad Juárez en Mexico. Escenario de terribles asesinatos contra cientos de mujeres. Amalfitano también es un experto en Benno von Archimboldi, aunque algo menos apasionado que los cuatro críticos de la primera parte. Está en esta ciudad con su hija Rosa y se pregunta a menudo qué le ha llevado a vivir allí, pudiendo trabajar en otros lugares. 

Esta parte es la más enigmática y un tanto críptica. Se nombran numerosos filósofos en un curioso juego o ejercicio del propio Amalfitano que establece a través de él conexiones importantes con la primera parte del libro y también según avance el texto algunas otras con la tercera. Principalmente lo que recorre toda la narración es el miedo que siente por su hija Rosa en esta ciudad que con lo que está sucediendo no parece que sea el lugar más conveniente para ella. El miedo se irá apoderando hasta tal punto del padre que temerá volverse loco. La especie de náusea, alucinación o sensación de dimensión paralela que sufre por su preocupación nos hará dudar en efecto de su cordura, aunque cualquier padre lo podría entender y sus temores acaban impregnando toda la lectura. Al fondo de su miedo un misterioso libro se establecerá como símbolo de lo inexplicable, de la cualidad de otro mundo o de submundo que posee Santa Teresa. 

En la parte de Amalfitano el lector siente que debe estar más atento que en la primera y es dónde Bolaño suele descolocar a quien no esté familiarizado con su modo de escribir y creía que el libro iba de la inocente investigación sin más de cuatro amigos sobre un escritor. Ahora no sabe qué ha ocurrido y se puede sentir más perdido. Sin embargo, si el tremendo agarre que se produce en la primera parte continúa, se deja atrapar en el estado de pesadilla de Amalfitano, al llegar al momento cumbre que va a alcanzar en la tercera será consciente de la enorme altura de este escritor y cómo articula de un modo asombroso la historia en diferentes partes interconectadas y como entrelaza otras con ramificaciones infinitas, pero sin extraviar en ningún momento la raíz principal.  La diferentes sensaciones se irán superponiendo, plenitud, desasosiego, angustia, miedo, asombro, admiración, emoción... El libro en tus manos se va convirtiendo en una construcción inmensa con innumerables puertas que se abren y se cierran, personajes que viene y van o nunca más aparecerán. Una construcción que representa el mal absoluto sin razones, sin justificaciones, un mal desnudo, untuoso, instalado en el centro mismo de la náusea; o la gran posibilidad de abrir las ventanas y ventilar o saltar y romperte la crisma o enloquecer de una vez o sentir que solo algo importa: la Literatura con mayúsculas.  

Continuará... 

Texto y fotografía: Ana Martínez García.

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