EL CORAZÓN VERDADERO
de Sylvia Townsend Warner
En EL CORAZÓN VERDADERO, de Sylvia Townsend Warner, Sukey Bond, huérfana de dieciséis años que acaba de dejar el orfanato por el fin del período reglamentario de permanencia en este tipo de establecimientos, es enviada para trabajar en una granja de Esses. Allí conoce a un muchacho muy peculiar del que se enamora. Pero a Eric todos lo consideran un ser que no es como lo demás, que algo no va bien en él, por lo que su relación es contemplada como un imposible y los separan al poco de conocerse. Sukey es muy ingenua, de sentimientos puros y de una confianza en la mayoría de sus congéneres todavía no quebrada por la experiencia, que con una determinación digna de admiración toma la decisión de luchar por estar junto al ser amado, ignorando lo que otros piensen sobre él.
Sylvia Townsend Warner, nacida a finales del siglo XIX, musicóloga, novelista y poeta, se inspiró para escribir esta novela en la historia de Cupido y Psique, recogida en EL ASNO DE ORO, de Apuleyo y la ambientó en plena época victoriana. Para los que no conozcáis esta historia que nos dejó el escritor romano, os hago un pequeño resumen. Psique, representación del alma en forma de divinidad griega, es tan hermosa que la propia Afrodita celosa de su belleza envía a su hijo Eros (Cupido) para que le lance una de sus flechas y se enamore de alguien de fea apariencia y de malos sentimientos. Sin embargo, es Eros el que cae rendido de amor por Psique y se la lleva a su palacio. Es una historia de amor preciosa que en parte reconoces en la novela de la que hoy os hablo. Claro, no exactamente. Pero es bonito buscar las similitudes.
Cuando salió este libro me lancé a él de inmediato sobre todo por esta historia de la que os he hablado y la comencé con muchísima ilusión. Siento decir que el interés se me fue quedando en las manos, ahí exangüe y casi agonizante. Estuve a punto de dejármelo en la página cincuenta más o menos. Sukey me parecía demasiado ingenua y no terminaba de sentirme interesada por lo que tenía que contarnos. Pero las descripciones del paisaje y de las costumbres victorianas me parecían muy bonitas y me retenían. Decidí proseguir y mejora en la parte central bastante, tiene unas páginas que las disfruté mucho. Ella es tan cándida, tiene tan poca experiencia en la vida que en su viaje para buscar al muchacho se dan una serie de mal entendidos muy divertidos. Me quedo en especial con su encuentro con un vagabundo y cuando acude a buscar trabajo en una casa de lenocinio, sin imaginar ni por un solo instante a lo que se dedican allí. Peeero, vuelve a decaer en la última parte. Ya a esas alturas no me la iba a dejar y la terminé aburrida como una mona, quedándome de nuevo tan solo por las descripciones. La trama es demasiado simple. Uno de los fallos principales que le he encontrado, es que resuelve las situaciones complicadas demasiado rápido y hasta de un modo brusco, algunas muy importante resultan bastante inverosímiles. Además con recursos un tanto facilones. No entro en detalles por no destripar demasiado.
A ver. No tenéis que hacerme caso a mí. Creo que puede ser un libro que guste a otros lectores. La autora escribe bien. Yo venía de la enormidad literaria que es 2666, de Roberto Bolaño y de Stefan Zweig, además con un libro con una historia muy especial para mí por lo que ya os conté. El argumento se me quedaba aquí muy corto en comparación. Pero leída en Navidad, por ejemplo, se me ocurre que puede resultar una historia sencilla muy bonita. En este mundo tan cínico, en el que ya parece que no creemos en casi nada, es reconfortante dejarse fuera el propio descontento y seguir a Sukey, que es toda inocencia, pureza y bondad. Cómo no se deja convencer por lo que piensan los demás, ni arrastrar por sus prejuicios de todo tipo y sigue su viaje sin decaer su amor en ningún momento es algo muy destacable y para estimarlo. Por lo que si os llama la atención, olvidar lo que os cuento. Era imposible que pudiera competir con los libros que yo acababa de terminar.
Texto y fotografía: Ana Martínez García.
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