TANTA GENTE, MARIANA
de Maria Judite de Carvalho
Pretendo bajar de una vez la pila de libros pendientes por reseñar y publicar un poco más a menudo. Me daba pena que no figuraran aquí aquellos que me dejaron una gran huella y que, con independencia de que me gustaran más o menos que los ya reseñados, por diversas razones fueron quedándose atrás. Uno de los más destacables y que leí en noviembre es TANTA GENTE, MARIANA, de Maria Judite de Carvalho. Gracias a su tocaya, María de @rutasdelectura, que me lo descubrió.
En cuanto comencé a leerlo ya no pude parar y cuando me di cuenta de que fue como una bocanada de aire de nieve que me dejaba la garganta raspada y dolorida era ya demasiado tarde. En este libro de relatos la escritora portuguesa, desde una prosa fluida y sin trampas, expone con áspera franqueza sin ambages ni el menor rastro de sentimentalismo la cruda inevitabilidad de la vida. Vamos, una escritora que te quita las tonterías con guantazos de buena literatura. Desde una belleza pulida, sin adornos innecesarios, de diáfana narración. Como abrir una ventana de golpe dejando entrar toda la luz de la anhelada mañana, pero al instante darte cuenta de su avasalladora mano que destapa con crueldad todo el polvo de los muebles que no se han limpiado en semanas, te enfrenta al reflejo en el espejo de unos ojos enrojecidos e hinchados por noches sin dormir y delante de la puerta cerrada a cal y canto la soledad como un espantajo.
Maria Judita en la mayoría de los relatos no deja rendija alguna para la esperanza, para cierto alivio entre la tristeza, el tedio, los sueños rotos, el abandono o la muerte. Hasta Tolstói en su Iván Ilich te concede al final un rayito de cálida luz a la que agarrarte. Pero aun con el poso de tristeza que deja este libro es imposible arrepentirse de su lectura. Son muy necesarios los escritores como ella para recordar que a veces ante ciertas realidades de la vida solo contaremos con nuestra entereza y con suerte con algo de tiempo para tomar ciertas decisiones. Y no nos queda otra que asumirlo. Absolutamente recomendable este libro.
Texto y fotografía: Ana Martínez García.
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